Por pura obediencia y visto que tuvimos la maravillosa oportunidad de ir con el propio recomendante, subimos a este local de ubicación extraordinaria, desde donde se ve a casi 360 grados toda la ciudad.
Haber ido a la hora del almuerzo y en un día esplendido, le agregó a la comida un valor adicional.
Pedimos un «montadito» de camarones, preparado a forma de ensaladilla sueca, con mucho eneldo. Era deliciosa y muy agradable.
Ali pidió un pescado en una salsa de balsámico que estaba preparado a la perfección: cocción exacta, sabor delicado.