La prensa se llenó con la noticia que diera Ferrán Adriá de que cerraría su restaurant el Bulli por dos años para darse tiempo para estudiar y meditar.
Muchas cuartillas de admiración fueron publicadas Faltó quizás alguna que diera otro enfoque.
Leí en estos días una nota muy pequeña de alguien que alegaba que las verdaderas razones que están detrás del cierre son de tipo económicas. Problemas con los dueños anteriores del restaurant.
A mi Ferrán Adria me ha parecido ( por lo que he visto en las entrevistas) un personaje muy amable e incluso modesto. No me gusta cuando se endiosa a la gente . Creo que los primeros en no agradecerlos son los propios afectados: les generan unos estándares de conductas con los cuales es difícil de vivir.
La reseña que les copio salió hoy en Babelia y la verdad es que me pareció jocosa. La escribe Manuel Rodríguez Rivero en su columna «Sillón de Orejas».
hablando más seriamente, he leído – y me lo creo – que la crisis de ese «cocinero» pudiera tener como causa principal el hecho de que introducía en los alimentos a ingerir productos tóxicos, lo que explicaría el «repensamiento» antes de que le saliera algún comensal intoxicado demandándolo
Recibí una nota de un lector en término bastante ofensivos con respecto a esta nota. Si no la publico es porque no deseo comentarios descalificantes en mi blog. Pienso que cada quien está en su derecho en opinar lo que siente. La descalificación simplemente cierra todo tipo de diálogo.
Con respecto al restaurant el Bulli debo decir que no he ido a comer nunca simplemente porque no he logrado conseguir reservaciones ya que tienen una demanda tremenda. De modo que no tengo manera de opinar sobre lo que allí se come.
A diferencia de la persona que escribió, no me basta con que me diga alguien de la Michelin que este restaurant ha recibido tales y cuales premios. La clasificación Michelin no es un dogma de fe-por lo menos no para mi.
La retirada y los términos en los cuales se anunció el retiro de Bulli a mi parecer no son del todo claros. Pero eso es por que intento leer entre lineas y no me limito a tomar por cierto lo que aparece publicado.
Simple sentido crítico.
Tampoco he tenido el «gusto» de comer en el Bulli, pero tengo la idea que es toda una puesta en escena circense, donde el comensal se «maravilla» con la ilusión gustativa y óptica desde luego.
Tiendo a la corriente de Santi Santamaría, es decir me inclino por lo clásico, lo auténtico, lo genuino y de gran calidad en los ingredientes.
Le pasó a Blumenthal, todos los comensales salieron intoxicados un buen día y tuvo que cerrar puertas por un tiempo.
Lo de Adría levanta suspicacias y nada de raro tendría que retorne a oficiar sin tanto artificio.