«La masa no está para bollos», » Mango bajito», «Cachicamo diciéndole a morrocoy conchudo»; » Bozal de arepa», » Pedir peras al olmo», «Chivo que se devuelve se desnuca»,  «Pusiste la torta, «Camarón que se duerme se lo lleva la corriente» «Lo agarraron con las manos en la masa», «Bueno el cilantro per no tanto», » A cada cochino le llega su sábado», «Mas duro que sancocho de pato», «A falta de pan, buenas son tortas» «Harina de otro costal», «Mas enredado que un kilo de espagueti!», «Al pana pan y al vino vino»,  «Calabaza, calabaza, todo el mundo para su casa».  Y para este período prenavideño: «Las hallacas de mi mamá son las mejores» (Aclaratoria : En mi caso, no es un dicho, es un hecho)…

Una de las usanzas venezolanas más hermosas es la de llamar a un gran amigo «panadería». Palabra que luego se ha visto reducida a «pana». «Epale, pana», «¿Que tal, panita?». El amigo del alma no puede sino compararse con el alimento quizás más representativo de la alimentación , el pan.

Faustino Cordón dice en «Cocinar hizo al hombre» (http://www.faustinocordon.org/libro_cocinar.php que el paso que  el homínido hizo antes de empezar a hablar fue cocinar, transformar los alimentos en su entorno para así dar el gran paso hacia su evolución.

Uno de estos alimentos fue justamente el pan. Y comparar al amigo con ese pan, que su presencia aunque sea en forma de recuerdo nos genere el placer del aroma del pan recién horneado, es a mi entender, una de las imágenes mas bellas entre las muchas ya existentes.

¿Y adivinanzas?: «Oro parece, Plata..no es, el que no lo adivine bien tonto es!»

En la Vanguardia del día de hoy aparece un simpático artículo firmado por Ada Parellada (http://www.semproniana.net/), restauradora, dedicado a las expresiones y dichos cotidianos que se relacionan con la alimentación. Es un interesante juego que conjuga dos actividades que nos hacen humanos: hablar y alimentarnos.

Nos comunicamos el día a día recurriendo a modismos que están a la mano y utilizando aquellas imágenes que hemos conservado en nuestras mentes y que sentimos que ilustran de la mejor manera una conducta, un deber ser, una actitud.

De allí que algunos refranes sean adaptados al cruzar las fronteras, que los dichos sean tan propios de cada cultura y región; y que la maleabilidad tan propia del lenguaje haga que se generen nuevas frases y nazcan nuevas palabras. Esto explica, en parte, el porque nuestros académicos de la lengua no paran de trabajar!

SE DESCUBRIÓ EL PASTEL
Ana Parellada
La Vanguardia, 27/11/2010

A diario utilizamos expresiones y dichos sin los que a menudo sería difícil comunicarnos. Muchos de ellos están relacionados con la alimentación y, aunque tienen vigencia, nos trasladan al pasado. Exploremos cuál es su origen

Vamos a meternos en harina, porque el horno no está para bollos y nos pueden pillar con las manos en la masa.
Ni nos damos cuenta: inconscientemente, hablamos intercalando frases hechas, dichos y refranes. Quizás no son las mismas expresiones que recitaban nuestros abuelos, porque las frases hechas evolucionan respondiendo al momento vital de cada época, y ésta es la gracia, que son reflejo de la sociedad y están vivas, aunque siempre se tema por su desaparición. Desaparecerán algunas y emplearemos otras, pero las frases hechas son un comodísimo recurso para ilustrar las conversaciones en el paisaje popular y están totalmente integradas en nuestra cotidianidad.
Hay que diferenciar entre los refranes y las frases hechas o dichos populares. Los refranes son sentencias cuyo objetivo es educar o aconsejar, y por lo tanto son fácilmente comprensibles y muy ilustrativas – pan con pan comida de tontos,por un garbanzo no pierde el puchero-.Como decía Miguel de Cervantes, en El Quijote, «los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos ancianos». Su origen se remonta a tiempos inmemoriales, cuando la transmisión de la tradición era oral y, por lo tanto, los refranes ayudaban en la formación. La mayoría de los refranes pueden ser traducidos, porque son tan gráficos que se entienden en todos los idiomas. Incluso el refrán inglés «an apple a day keeps the doctor away» ha hecho fortuna en castellano con una nueva rima: «una manzana al día al doctor alejaría».
Aunque no es necesario que los refranes rimen, sí deben tener musicalidad, puesto que ayuda a su rápida memorización, que es uno de los objetivos de los refranes: hacer fácil y recordable una sentencia para su aprendizaje. La musicalidad hace que al ser traducidos suenen raros, aunque se entienda perfectamente su sentido, que no se pierde en la traducción. Podríamos decir en mandarín – por decir un idioma al azar- «¿a quién le amarga un dulce?» y aun perdiendo la musicalidad, nos haríamos entender sin dificultad.
En cambio, las frases hechas o los dichos no traspasan fronteras, no significan nada fuera del entorno cultural en que fueron forjados. Ysi no lo cree, pruebe a decir a un filipino, por ejemplo, que aún no ha encontrado su half orange, probablemente lo tildará de loco. Si decimos «sueñatortillas» no significará nada para un castellanohablante, pero para un catalán tiene un claro significado: un somiatruites es aquella persona a quien le mueve la ilusión, quien no tiene los pies en el suelo y sí tiene la cabeza en las nubes. La curiosidad de las frases hechas y los dichos es que son comprensibles para la totalidad de un grupo social – sea étnico o generacional- y llegan a no tener significado ninguno si se dicen fuera del grupo donde tienen uso. Si a una persona de avanzada edad le decimos que le han dado una galleta al niño, es muy probable que el anciano entienda que al niño le han dado un dulce, mientras que un joven entenderá que lo que ha recibido el niño ha sido un tortazo en toda regla. Precisamente esta es la riqueza de los dichos, que son propios e intransferibles de cada cultura y edad.
Aunque usamos los dichos con total naturalidad, incluso tratándolos como coletillas – hasta el punto de que nos sería difícil entablar una conversación sin apoyarnos en ellos-, su origen es desconocido para la gran mayoría, legos en la materia. De los temas tratados en los dichos, la comida, los alimentos es uno de los más comunes. Preguntamos a los eruditos en fraseología sobre cuál es el dicho que más les sorprende o que les parece más interesante. Pancracio Celdrán, experto en antropología cultural y fraseología, considera el dicho ser una perita en dulce uno de los más antiguos y que más significado tenía en su momento, puesto que las peras en dulce fueron de las primeras frutas con-fitadas: el azúcar escarchada cristalizada en el exterior de su piel la hacía brillar como una joya de plata sobre la bandeja del confitero; con su peciolo o rabillo embadurnado de cera roja y el verde claro dejándose notar por entre el azúcar escarchada, la pera en dulce era la reina de las confituras, manjar atrayente, objeto de deseo. Por esta razón se llama perita en dulce a aquella persona, circunstancia o cosa que por su perfección, virtudes o cualidades consideramos o sentimos muy atractiva o de gran utilidad y belleza.

A Ramon Solsona, conocido filólogo investigador del origen de las palabras, le gusta especialmente la frase hecha cada cosa a su tiempo, y los nabos en adviento porque nos recuerda que la naturaleza se mueve por ciclos y que nuestra obsesión por querer comer alimentos fuera de su temporada menoscaba su sabor. Deberíamos volver a respetar las temporadas y reaprender a esperar, con lo que encontraríamos mucho más sabor a la vida.

Y al escritor Màrius Serra le gusta recordar que a cada cerdo le llega su San Martín. El 11 de noviembre se celebra San Martín, fecha en que tradicionalmente se iniciaban las matanzas del cerdo. El refrán pretende alertar a los que actúan incorrectamente o cometen fechorías de que seguramente terminarán pagando por ello.

Víctor Pàmies es un estudioso de la paremiología, la ciencia que investiga el origen del dicho o el refrán, y nos echa una mano para salir del berenjenal en que nos hemos metido e intentar discernir el porqué de los dichos. Cuenta que los berenjenales son zonas de la huerta en que nadie quería entrar debido a que la mata de la berenjena es muy espinosa y se clava fácilmente. Actualmente el tradicional berenjenal está perdiendo adeptos a favor de meterse en un jardín. Parece ser que hoy día hay más jardines que berenjenales y las nuevas generaciones se sienten más cómodas con las espinas de las rosas que con las de las berenjenas.

Para celebrar que salimos del berenjenal – o del jardín- nos vamos a tomar unos vinos. Sin darnos ni cuenta hemos cogido una turca,dicho que se refiere a la poca tolerancia de los turcos a las bebidas espirituosas debido a que su religión, el islam, no les permite beber alcohol, y en consecuencia, se emborrachan con rapidez. Los efectos del vino se han manifestado en grandes carcajadas escuchando la hilarante historia de cómo la novia de Alberto le dio calabazas. La razón por la que coloquialmente damos calabazas y no damos melocotones, por ejemplo, se basa en que las calabazas son extremadamente grandes y pesadas, pero prácticamente huecas por dentro, sobre todo las calabazas vinateras, que casi no tienen carne. Por ello, si te dan calabazas, las acarreas como un burro y, finalmente, el rendimiento alimentario de la hortaliza es mínimo. A Alberto le cuesta contarnos sus desamores y eso que bebemos de la copa de Alejandro, o lo que es lo mismo, nos tenemos gran confianza y amistad. Cuenta la historia que Alejandro Magno contrajo una grave enfermedad que su amigo y médico trataba de curar dándole un brebaje que le ofrecía en una copa. A Alejandro Magno le llegó un rumor de que intentaban envenenarle, pero no dio crédito a los rumores y continuó tomando la pócima, gracias a la cual sanó, demostrando la confianza infinita que tenía en su amigo.

Estábamos riendo a pleno pulmón cuando se nos acercó un señor con pinta de ser quien corta el bacalao, o sea, el que más manda, el dueño del bar, curioso por saber a qué se debían tantas risas. Es en la cola del bacalao donde se encuentra la mayor parte de las espinas. El precio de los lomos limpios, sin espinas, tiene un valor importante en el mercado y sólo un experto en el corte sabe sacar los dos lomos sin malograrlos. Esta es la razón por la que el dueño de la tienda era quien, tradicionalmente, cortaba el bacalao. Nuestra conversación, que iba sobre ruedas, se desvió hacia temas de poco interés para nuestro grupo puesto que el dueño del bar nos empezó a dar el tostón con la crisis económica que acechaba a su sector. Cuando damos el tostón estamos molestando o aburriendo a nuestros interlocutores. Un tostón es un trozo de pan frito o tostado con el que complementaban algunas comidas, de difícil digestión por su tamaño.

Lo peor del caso es que el dueño no sólo nos daba el tostón sino que además se daba pisto con que su bar tenía las cuentas bien saneadas. Antiguamente, el pisto era un jugo que se extraía de las aves cocidas, con un proceso lento y complejo. Era un plato de difícil elaboración y, por lo tanto, un lujo reservado a los poderosos, o como dádiva muy especial. Darse un plato tan exquisito a uno mismo era un claro signo de arrogancia. Y es de recibo decir que el bar era poco especial, de hecho, no era ni chicha ni limoná. Lo que no es ni chicha ni limoná es aquello que no tiene nada destacable. Se le llama chicha, en Centroamérica, a una bebida alcohólica resultante de la fermentación de maíz y azúcar. Así, pues, si no hay «ni chicha ni limonada» es que no hay nada que beber, ni con ni sin alcohol.

Entre los de nuestro grupo urdimos un rápido plan para dárselas con queso al dueño y salir pitando del bar. Cuando queremos engañar por completo a una persona, se la damos con queso, de la misma manera que engañamos a los ratones con queso para que caigan en la trampa mortal…

Por suerte, sólo salimos de higos a brevas, porque la cuenta de los vinos nos ha costado la torta un pan. Las tortas eran panes sencillos, muy primitivos, sin fermentación, elaborados con agua, harina y sal. Tenían un precio muy asequible y si la torta costaba el mismo precio que un pan, signi-ficaba que se había pagado un precio mucho más elevado que lo que se esperaba y, probablemente, con un poco de engaño. Nos da la impresión de que nos han dado gato por liebre. Era habitual antiguamente en las hospederías de baja calidad que se cocinara gato y se vendiera como liebre, por su dificultad en distinguirlos en el plato. Si hoy día nos dieran gato para comer denunciaríamos al restaurante, pero en el momento que se popularizó la frase hecha, el gato era un alimento común, aunque era de consideración económica y social mucho menor en comparación con la liebre. Dividir la cuenta son habas contadas,o lo que es lo mismo, muy fácil de calcular. Precisamente este es el significado de las «habas contadas», lo que nos parece claro y evidente. El dicho proviene de la costumbre de usar habas para contar en sencillas operaciones matemáticas, aunque coexiste con la teoría de que el cabildo eclesiástico de Cádiz hacía las votaciones secretas con habas para votar sí, y altramuces para votar no.

En el fondo, el precio es lo de menos, porque con Víctor y Alberto lo hemos pasado estupendamente, son la pera…¿Y por qué no decimos «es la manzana»? ¿O «el melocotón»? ¿Por qué, concretamente, la pera? Pues, porque cuando decimos que alguien o algo es la pera significa que es excepcional. No nos estamos refiriendo a la fruta, sino al barrio de la Péra, en la ciudad turca de Estambul, donde se llevaba a cabo un mercado extremadamente lujoso.

Al salir a la calle un par de chorizos se cruzan en nuestro camino. Que a los ladronzuelos les llamen chorizos poco tiene que ver con el noble embutido de cerdo con pimentón, sino con la palabra caló chori, con la que los gitanos designan a los ladrones*. Es fácil que los payos que no entendían el caló creyeran que chori era el diminutivo de chorizo. Por la cara que llevan, parece que el botín de hoy es de chichinabo.Cuando algo es de chichinabo es que es de muy poca calidad. El origen del dicho se encuentra en la locución «de chicha y nabo». La palabra chicha, antiguamente, se refería a la carne de menor valor, de ahí proviene el nombre de «salchicha». Entre las hortalizas, el nabo gozaba de la misma baja consideración, de manera que alimentarse exclusivamente de chicha y nabo era algo que a nadie apetecía, a no ser que no tuviera otro remedio, como sucedía entre las clases más humildes de la sociedad.

En definitiva, que entre churras y merinas, tenemos una empanada mental, que nos hace, a los que estamos en el ajo, alucinar pepinos y mandarinas. Y como a quien corta el bacalao no se las dan con queso, antes que nos envíe a freír espárragos, nos iremos despidiendo porque el pescado está ya todo vendido, y aunque todo el mundo sabe que somos muy salados, van a terminar pensando que nos falta un hervor.

* Nota de Editor: de acá el origen de la palabra «choro» (ladrón), «me chorearon» (me robaron) tan comunes en Venezuela.

1 comentario en «Sobre dichos y refranes»

  1. Muchísimas gracias por tu comentario. Celebro que te haya gustado el artículo, y que te haya «revuelto» los recuerdos.
    un abrazo,
    ada

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