«El que quiera ver el paraíso en la Tierra tiene que venir a Dubrovnik»

Bernard Shaw

Dubrovnik
Pienso que una frase como esta lo dice todo. Epidauro, Ragusa, Dubrovnik. Esta ciudad de ensueño, bella como pocas; las infinitas penurias que le ha tocado vivir, hasta hace nada, parecen haberle pasado de lado.  Desde ser defendida de los turcos a punta de fuego griego gracias a sus alianzas con Bizancio hasta las 111 bombas que cayeron sobre sus murallas en la guerra de 1991, Dubrovnik ha visto pasar por sus elegantes calles de mármol bandadas enteras.


En los últimos años, las invasiones son turísticas. Visitar la ciudad en plena llegada de cruceros en el verano es solo posible si uno está dispuesto a dar codazos de lado y lado para pasar.

Los estragos de tal marabunta son evidentes en la oferta alimentaria: hay una pizzeria por metro cuadrado.

En nuestra visita a esta ciudad llevamos dos datos: el Atlas Club Náutica (http://www.esculap-teo.hr/) que está considerado como el mejor restaurant de la ciudad; y el Dundo Maroje.

Caminando por las callejuelas dimos con un pequeño restaurante que ofrecía comida de Bosnia, el «Taj Majal» (Nikole Gucetica 2; tel 00385 0 20 323 221). Nombre poco acertado porque no  tiene nada que ver con comida de la India y que sin embargo resultó ser un lugar muy especial por la ubicación, el trato y la sencillez de su comida.

Sus platos son al 100% mediterraneos. Pedimos de entrada el plato Taj Majal que traía carne seca, chorizo ahumado y tres quesos: cabra, oveja y vaca. El  de oveja era un queso que se desmoronaba al tacto, perfumado, el cual había hecho su maduración en piel de oveja.

Esta es la segunda vez que como un queso madurado en la piel del animal. La primera vez fue un queso griego que se  prepara colocando la leche de la oveja en el intestino  del animal ( se utiliza el intestino como envase). Luego se coloca el intestino bajo unas piedras y se deja madurar.

En ambos casos tengo que decirles que la sensación que tuve al comer estos quesos fue la misma: es la quintaesencia del Mediterráneo!  Es la Odisea misma…

Este plato lo acompañamos con unos Cevapi, un delicioso pan que recordaba una focaccia abierta y rellena de salchichas de ternera; para comer algo vegetal, pedimos unas berenjenas alla Edina, que consistía en unas rebanadas finas de berenjenas rellenas de queso de cabra picante.

Pedimos un vino de la zona. Un Zlatna, Urbnicka Zlahtina del 2009 , un blanco muy perfumado, con aromas florales pero algo plano.

Cerramos con un café a la turca ( sin cardamomo). No aguanté la tentación de leerme mi propia borra (me hizo falta mi amigo Abraham que es es experto en el tema).

Braulio en la borra de café pidiendo comida...Apareció en ella Braulio, mi fiel can, que no nos acompaño en el viaje y que hubiese disfrutado de algún pequeño sobrado bosnio.

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