Soy poco de ir a restaurantes. De modo que cuando voy… termino pasando el examen al chef. Todo lo veo, lo curioseo, me copio ideas,…

En fin!

En estos días me invitaron al Restaurant Matarile ( Placa d´en Rovellat, 13, cantonada c/Portella, 43003, Tarragona. Tel: 977 253 982). Es un bello local de nombre juguetón que se encuentra en una vieja construcción del antiguo barrio medieval tarragonino.

De restauraciones de edificios los catalanes son maestros. Tienen el punto justo de modernidad en el marco de unas viejas estructuras que remontan a épocas remotas.

El caso  es que Matarile es justo uno de estos lugares. Pequeño y acogedor. Su dueño, Javier, vino personalmente a presentarnos el menú , no sin antes  ordenar -mediante la ayuda de un sonoro aplauso- un mutis general ( así sería la chachara que teníamos montada!). No pudo presentarse de mejor manera: exigiendo respeto al chef y a sus platillos. El tipo ya me caía bien.

Debo decirles que me fui encantando gradualmente de este restaurante, básicamente por su honestidad. No tenía pretensiones. Todo estaba preparado a la perfección. La entrada  incluyó unas cigalas preparadas a la plancha, adobada con un aceite de oliva sensacional ( luego averigüé que se trataba del aceite Les Sorts, de la masia Mas Roig), pimienta de schezuan, sal y una flambeada con whisky antes de servir. Las concha de las cigalas estaba crujiente y el interior blanco, carnoso y jugoso.

En la mesa había también unas rebanadas de pa tomaquet y un jamón sensacional.

Pedí un pescado y me trajeron un bello filete grueso ( no me gustan los filetes delgaditos sobrecocidos…me da alergia solamente de verlos), blanco y jugoso. La carne se desprendía  de solo apoyarle el tenedor. Nuevamente, la sencillez reinaba: aceite de oliva, sal y pimienta. De acompañante, unos vegetales cortados en tubos alargados y preparados al dente ( comme il faut…).

No pedí postre pero lucían de lo mejor .

Me despedí del Javier garantizándole que regresaría. Me recomendó que de querer pescado, le avisara para guardarme unas buenas piezas.

Salí contenta y con una bella botella vacía de Vichy  decorada con un motivo art noveau (con la que me sirvieron el agua y no pude sino mendigarles que me la regalaran…)

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