Empecé a tomar té en paso como estudiante en Boston, donde me mantenía enganchada de una taza de té caliente de bolsita para manterme bien despierta y caliente en mis largas horas de estudio.
Años después, mi papá estuvo de misión en Sri Lanka y me trajo de regalo de Ceylon una confección de los mejores tés de la zona. Todavía recuerdo los nombres: Morawak Korale, Kandy, Uva, Dimbula y Nuwara. Eran tés de una gran personalidad y había que colocar una cantidad muy pequeña para obtener una infusión muy aromática, de mucho aroma. Uva hacia honor a su nombre: el té era de un bello tono violeta. Ceylan es uno de los mayores productos mundiales de té y sabía que tenía en mis manos un verdadero tesoro.

Ya como profesional tuve la oportunidad de visitar San Francisco y fui a una hermosísima tienda
en el Barrio chino (Imperial Tea Court, 1411 Powell St, San Francisco, USA; www.imperialtea.com ) -cuya página web es interesantísima- con mi amigo Jaime Ferrer y participamos en una ceremonia del té . Entendí lo poco que se del tema y quedé hipnotizada por un ritual que rinde culto a la

lentitud, el respeto al tiempo, a la sutileza de los aromas y colores que se van desarrollado con cada paso de agua caliente por la mismo té . Lo que me quedó claro fue que los té comerciales en bolsita son tierra pulverizada…
En un paso fugaz por Beijing quise ir a algun lugar especializado en té. De poco valieron mis peticiones a los empleados del hotel: todos, indefectiblemente, me enviaban al supermercado a comprar Lipton tea…
Finalmente, un buen amigo norteamericano me consiguió un dato
valiosísimo en su inseparable guía turística Frommer´s: el Beijing Maliandao Cha Ye Cheng, un centro comercial donde todos los negocios se dedican a la venta del té. Pasar por los corredores era ser halado del brazo por los vendedores que insistían en que uno probara sus tés. El aroma era embriagador, el efecto de una cuantas docenas de brebajes hizo que a la media hora ya estuviera negociando en chino mandarín y saliera 6 horas después con una maleta llena de los tés mas diversos…

Negociar con los chinos es muy divertido. El vendedor, calculadora en

mano, escribe el precio el cual aparece en el teclado y que siempre será absurdamente alto. Uno debe agarrar la calculadora y colocar la oferta. Como me divierte negociar, si me escribían 400 yuanes yo les respondía 10. La cara del vendedor y los gritos eran de ópera ..china. Entonces en la pantalla aparecia 250 y era mi turno de gritar, ya a estas alturas a lo Madame Butterfly…. Precio final: 53 yuanes. Yo feliz y ellos también porque les aseguro que siempre, pero siempre salen ganando!!!

Se estarán preguntando: ¿ Y a que viene toda esta chachara de té ( que no es igual que una xícara de té…)? Pues que les voy a colocar en mi próxima entrada un artículo muy interesante sobre una verdadera especialista de tés, Inés Berton: una mujer con olfato absoluto .
La verdad es que yo no me acuerdo de esas muñequitas…..
Es que no se las prestaba a nadie…jeje