Cada vez que preparo berenjenas, me entra un esbozo de remordimiento por no ponerla previamente a «sudar» con sal.
Mi nonna Antonietta rebanaba las berenjenas, las salaba de lado y lado y las dejaba en posición levemente reclinadas para que perdieran agua y, según los conocimientos de la época, el amargor propio de este vegetal.
De modo que en honor a mi nonna, siempre he puesto a sudar las berenjenas y de no hacerlo, me sentía un poco culpable.
Una de las ventajas de tener mas años es que cada vez se tienen menos remordimientos. Es por eso que si bien inicié diciendo que me sabía mal no sudar las berenjenas, la verdad es que no lo hago desde hace años , me saben igual de bien y ahorro tiempo.
Para mi sorpresa, agradable por demás, encontré esta nota en una revista electrónica que me mandó mi amiga Janize. Gracias a un simple experimento científico (prospectivo y con control, ciego; muy propio de los norteamericanos) se ha demostrado que es innecesario sudar las berenjenas, quizás- como comenta el autor de la nota- porque las variantes actuales simplemente no son amargas.
La nota concluye, en un simpático juego de palabras: don´t sweat it!
Prima te cuento que cuando estuve en Sarno el año pasado mi papá preparo unas berenjenas muy ricas, y por supuesto no las sudo en sal. Al día siguiente nos fuimos a pasear y en un mercadito local vendían unas berenjentas de lo mas lindas con un color violeta brillante. Cuando llegamos a casa y las va a prepara las pone a Sudar????? y yo entonces pregunto y por que estas si y las otras no y me hecho el mismo cuento que las nuevas variedades no son amargas, pero estas que nacen en los viejos cultivos son muy amargas……