«El que quiera ver el Paraíso en la Tierra tiene que venir a Dubrovnik»

Bernard Shaw


Si el Nobel irlandés pensaba que Dubrovnik- la bella del   Adríatico- era amor a primera vista, quizás es porque no llegó a tomar el ferry para la isla de Sipan, a una hora de ferry de Dubrovnik.

Esta pequeña isla cuyas poblados principales son Sudurad y Sipanka Luka, se recorre en unas cuantas horas en bici. El primer impacto al llegar es olfatorio: esta isla tiene aroma a higos e hinojo salvaje. Y es que toda ella esta cubierta de higueras de cualquier variante imaginable, morales, manzanos, olivos, vid de uvas negras y mucho pero mucho hinojo, que nace por doquier.



Es un lugar bastante despoblado y tanto Suduran como Sipanka Luka  parecen pueblos de utilería, dejados atrás al concluir una filmación de «Mediterráneo» o «La mandolina del Capitán Corelli«. El agua del mar es tan trasparente que parece que los barcos flotaran…en el aire. Se logran ver los amarres y anclajes de las embarcaciones, los peces, los pepinos de mar y erizos.

Nada más que con lo que ofrece la naturaleza se me ocurren tres recetas:  pescado horneado con aceite de oliva e hinojo salvaje acompañado de un buen vino local y de postre, higos tempurizados con coulis de mora.


No culpo a Bernard Shaw que no se llegara hasta Sipan. Es que estas islas croatas tienen la fama de que el que las visita a veces no regresa…

Y si no, averiguen lo que le ocurrió a un tal Odisseus. Llegó a Mljet (antigua Ogigia), a poco más de una hora de Dubrovnik,  y se quedó allí …no sé… el creyó que unos pocos días. Otros dicen que fueron 10 años.

¿O quizás la culpa fue de Calipso?



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