A continuación, la reseña del l Bazar Egipcio a cargo del visitante senior de Sabordefamilia, o sea, mi papá…

Se transforman los grandes e históricos mercados del comer que intentan sobrevivir, no sin éxito, a los cambios arrolladores en las relaciones comprador-vendedor. La Boquería de Barcelona, Porta Palazzo de Turín o San Juan de Ciudad de México ya no son lo que fueron, sitios donde lugareños y  vecinos se abastecían en alimentos. El turismo gastronómico internacional, otrora practicado por pocos,  hoy masificado,  ha alcanzado dimensiones  de mucho peso económico e impone nuevas reglas del juego;  compra en México las morillas  del  Toluca tres veces más baratas que en su país,  se lleva de Barcelona el “pata negra” ahora inteligentemente ofrecido en infinita gama de precios orígenes y confecciones, se acerca a la rue Montmartre a escoger perfectos hígados de oca mi-cuits , empacados al vacío y seis meses de duración, una nueva y muy feliz ingeniosidad pensada para turistas.


También han evolucionado, en idéntica dirección y por las mismas razones, los ancestros de todos los  mercados y supermercados del mundo, esto es  los milenarios bazares de la galaxia árabe,  inmortalizados por la literatura y la pintura orientalistas del siglo XIX.  Los tres souks tal vez más famosos de la tierra, los de Marrakesh, Estambúl y Damasco (¡visítalos, amigo Lector, en cuanto puedas!) tampoco son hoy lo que fueron ayer; nadie es inmune al avance tecnológico y a las cataratas de turistas bajo-costo traídos por losryanair y los easy-jet,  todos quieren su cuota-parte del inmenso festín turístico  protagonizado cada  año por un décimo de la humanidad.
Esta mise-à-jour de los grandes mercados y bazares de la tierra no es para elegías y nostalgias: todo lo que pudo haberse sacrificado en color, ambiente y folklore sobre el altar del cosmopolitismo se ganó, y con creces, en presentación, confección, variedad, higiene, buen trato, seguridad, controles sanitarios, más fácil acercamiento a la cultura gastronómica local, mayor comodidad para comprar y llevar. ¿Le molesta que los vendedores del exótico oriente manejen ahora los alimentos calzando  guantes y le empaquen sus compras al vacío, o que al buscar pasas de Esmirna le ofrezcan escoger entre las genéricas y las esmirna-doc  de Manissa?  Mirándolo bien,  el turismo gastronómico ha traído más ganancias que pérdidas, no todo pasado fue necesariamente mejor. En la sección de joyeros del Grand Bazar de Estambul  se acumulan hoy más diamantes, rubíes, esmeraldas, zafiros y oros que en la 5° Avenida y la Place Vendôme juntas; en el Bazar Egipcio (o de las Especias) de la misma ciudad – a él sólo vale el viaje a Turquía – se amontonan embriagadoramente todas las especias frutos y granos del mundo, aún las uvas pasas de Corinto, del archi-enemigo griego…
Al final del gran corredor principal de este mercado encontrarán – sin desmerecer de las otras tiendas – una suerte de edén universal, de paraíso de las huríes de las frutas y vegetales secos. La maxi-tienda se llama Malatya Pazari (http://www.malatyapazari.net/); imposible no caer en sus seducciones. Las siguientes imágenes les resultarán más elocuentes que cualquier adjetivo:

1 comentario en «El Bazar Egipcio»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *