La sola visita bien vale el viaje. El puente a través del cual se ingresa es una joya del arte románico, de una interesante planta angular. Como si esto no fuera suficiente, se da el lujo de tener en la entrada un restaurant con una estrella Michelin y una verdadera ruta gastronómica.
Terminamos por comer en la Cúria Real (http://www.curiareial.com/index_curiareial.html) , donde corrimos con la suerte de conseguir mesa a pesar de no llevar reservación ( les recomiendo que la hagan previamente).
Empezamos con unos caracoles a la llauna, muy típicos de Catalunya y que resultaron ser los mejores que hemos comido hasta los momentos. Es un plato de consiste en hornear los caracoles sobre una cama de sal gruesa. La gracias de éstos era que eran un poco mas grandes que el estandar que tienden a servir y la sal estaba colocada de tal manera que los caracoles no tenían un gusto excesivamente salado ( cosa que ocurre con frecuencia). Estos estaban perfectos.
El sabor era absolutamente delicioso.
Les recomiendo ampliamente este paseo gastronómico .