En su afán de demostrar que es un tipo de gran paladar y no un traga tuercas ( fama ganada a pulso entre los fontaneros que han pasado por casa), Braulio decidió incursionar en el mundo de las frutas y,  más especificamente,   las frutas de bosque. Algún recuerdo ha debido tener de los cuentos que le leyeron – Caperucita Roja y  Hansel y Gretel- que lograron  transportarlo a   su tierna infancia y aceptar de muy buen grado probar las frutitas del sottobosco provenzal.

Si bien las fresas no le gustaron (sobretodo después del episodio » Braulio disfrazado de merengón»), admite que le gustaron los blueberries (mirtilli, ignurá!) y sobre todo las grosellas….